Sentía una profunda necesidad de hablar
Nombre: Josué
Grupo: “Serenidad”
Distrito: 1°
Área: Tehuacán
A los doce años tuve el primer contacto con el alcohol, la sensación fue agradable, sentí la libertad de ser yo mismo sin importar que pensaran los demás de mí. No tenía idea que era el inicio de una carrera alcohólica de diecisiete años.
El consumo y la frecuencia con que lo hacía, se fue acrecentando con el paso de los años, el miedo a enfrentar la vida también y me di cuenta que consumiendo alcohol, éstas desaparecían momentáneamente.
Entré a la preparatoria y me daba cuenta que mi forma de consumir alcohol era diferente a la de las demás personas.
Las etapas de mi vida cambiaban y mi manera de beber solo incrementaba. Cuando llegó la etapa de casarme, pensé que todo iba a cambiar, que dejaría de beber, pero no fue así, mi esposa me acompañaba en esas borracheras.
Llegó mi primer hijo y nada frenaba mi consumo, encontré un trabajo que me remuneraba bien y me daba estatus social, todo por apariencia. Parecía estar bien, tenía la mujer que había elegido, un hijo sano, una casa como había deseado, un trabajo excelente, sin embargo, recuerdo una ocasión que llegué a casa, vi todo el entorno maravilloso en el cual vivía y lo único que pude sentir fue un gran vacío, esa fue la primera vez que me puse a reflexionar en el porqué estaba tan vacío.
El consumo en casa era excesivo, invitábamos mi esposa y yo a amigos para demostrar que pareja tan feliz éramos, pero muchas veces esas fiestas terminaban en situaciones de infidelidad, gritos, ofensas, o daños.
Recuerdo que pasaban los días y me quedaba solo bebiendo, ya nadie me acompañaba, solo la música melancólica y una botella al lado. La situación en el trabajo, así como en la casa empeoró, mi jefa se dio cuenta de lo irresponsable que era al ausentarme del trabajo.
Una de tantas borracheras sentía una profunda necesidad de hablar esas cosas de mi pasado que me atormentaban, al lado solo estaba mi esposa, estuve a punto de platicarle lo inmensamente vacío y triste que me sentía, pero no me atreví, en esa ocasión, fue la segunda vez que me di cuenta del problema que tenía.
Yo pasaba afuera de los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA) y me llamaba la atención entrar, pero no tenía el valor. Tuvo que llegar esa última borrachera en la que traicioné la confianza de la familia, del trabajo, de casa y fallé a los principios que alguna vez la familia me inculcó, había tocado fondo.
Una psicóloga me invitó a un Grupo de AA, desde el momento que entré algo me atrapó, mi padrino Sergio compartía su fondo de dolor y me identifiqué, supe que era mi lugar, supe que ahí podría hablar los episodios más oscuros de mi vida,.,..,la parte más emotiva y el final de esta experiencia viene en la Revista No. 207, por lo que te motivamos adquirir una suscripción, donde encontraras, posiblemente, una experiencia acorde a como estas practicando el Programa de AA.